Un encuentro casual

28 de Septiembre del 2022
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¿Qué portal me ha dicho? ¿3C? ¿Eso es 8014 + campanita? Pero la campanita no funciona. Ah sí, ¡sí funciona!

La verdad que no conozco de nada a Sara y me da miedo no compaginar bien con ella y terminar organizando una despedida aburrida donde lo mejor de la noche sea una tarta con forma de pene… Lo cierto es que traigo buenas ideas, pero no sé… Mi amiga Laura siempre me mete en marrones, y yo que no sé decir que no, pues nada a organizar una despedida con una desconocida.

—¿Sí? —contesta Sara al otro lado del telefonillo.

—¡Hola, soy Marta, la amiga de Laura!

—Hola Marta, ¿qué tal? Te abro. Es según entras la casa de la derecha —contesta Sara.

¡Wow! parece la típica urbanización de película. La tienen cuidada al detalle. Casi que me da cosa pisar el jardín. Era una urbanización de pequeños chalets independientes que comparten zona ajardinada y piscina. Parece que hay una barra de bar que solo abrirán en verano. Se me ocurre que una opción sería celebrar aquí la despedida. Nos cargamos el césped pero nos ahorramos el alquiler.

—La primera a la derecha ha dicho, justo aquí.

Me han hablado muy bien de Sara. Quizás demasiado bien y eso está haciendo que quiera estar a su altura. ¿Estaré un poco nerviosa por eso? Las amigas de mis amigas no tienen por qué ser mis amigas… ¿o sí? Bueno, veamos.

—Hola! ¡Encantada! —dice Sara mientras abre la puerta—. Te estaba esperando, pasa por favor.

¡Qué chica tan guapa! Ahora entiendo lo que Laura me contó de aquel viaje que pasaron juntas que terminó en algo más que un viaje. Y eso que Laura es supuestamente hetero.
Es preciosa y lo peor de todo es que no se ha esforzado nada en estar así de guapa. Lleva una camiseta blanca y unos shorts. Un pijama cualquiera pero que a ella le queda especialmente bien.

—¡Hola Sara! ¿Cómo estás? —contesto—. ¡Muchas gracias por invitarme!

No hay de qué, encantada de conocerte —me dice mientras la observo—.  Me han hablado muy muy bien de ti y tenía ganas de conocerte desde hace tiempo. Pasa. Ponte cómoda ¿Quieres tomar algo?

—¡Gracias! A mí también me han hablado mucho de ti ¡Y todo cosas buenas! —normal—¿Puedo dejar mi bolso por aquí?.

—Sí, claro Marta, ¡dónde quieras! —dice amablemente—. Tengo que confesarte una cosa. Estaba un poco nerviosa porque Laura siempre me habla muy muy bien de ti, y dice que tú y yo nos llevaríamos muy bien. Pero claro, eso es fácil decirlo, así que para facilitar el que salgan las ideas para la despedida he preparado unos cócteles. ¿Te gustan los margaritas?

Que diga que está nerviosa por conocerme me tranquiliza mucho. Es como, de repente, compartir mis emociones. Es una chica muy agradable. No solo es guapa, tiene ese aura que hace que te gires cuando entra en un bar. Creo que es un aura con el que cualquier persona se sentiría cómoda. Yo no creo mucho en esas cosas, pero en ella es bastante visible. Lo que parece que no es tan visible es su sujetador, —¿no lleva?. Uy ¿se habrá dado cuenta que le estoy mirando los pechos?

—¡Sí! ¡Me encantan las margaritas! —contesto mientras sigo observándola—. Solo las tomo cuando estoy de vacaciones porque no tengo ni idea de prepararlas y donde vamos no suelen tener.

—¡Lo sé! —dice sonriendo—. Ha sido idea de Laura. Dijo que con esto te ganaría…

—No tenías que haberte molestado, pero tenía razón Laura. Ahora me siento yo mal por no haber traído nada.

—Nada nada… Cuando vayamos a tu casa invitarás tú —contesta mientras sirve la margarita—. Ahora déjate llevar. Toma aquí tienes.

—¡Muchas gracias, qué buena pinta tiene!

—¿Pongo música? —pregunta Sara.

—¡Claro!

—Si no te gusta me lo dices.

—Vale, ¡no te preocupes! Me gusta todo—. Uy, ¿habrá sonado raro? No quiero que piense que me gusta todo todo. Aunque ahora mismo la verdad es que sí, me está encantando cada momento. Empiezo a pensar si hay alguna segunda intención oculta por parte de Laura. Veamos, alguna noche hemos pasado juntas y sé que entre ellas también. Entonces…

¡Bah tía! ¡Al turrón, déjate de películas! Que hay que preparar una despedida y ahora mismo tengo la cabeza en las nubes.

—Marta, ¡ven! Baila conmigo —dice Sara muy enérgica. ¿Y cómo me voy a negar a eso?¡qué empiece el baile!

Parece que la conozco desde hace años. Es encantadora la verdad, ahora entiendo muchas cosas que me decían de ella. Como habla, como se mueve, como me mira…
Como se pega a mi cuerpo mientras baila…

—Creo que de las mejores formas de conocer a las personas es bailando con esa persona… —me susurra al oído Sara.

—¿Y qué te parezco yo? —pregunto susurrando también— ¿Bailo bien? ¿Nos llevaríamos  bien?.

—A ver…

Se acerca más a mí, me rodea con sus brazos y noto las yemas de sus dedos pasando ligeramente por mi nuca y jugando con los mechones de mi pelo. Empieza a bajar la mano mientras la música sigue sonando. La luz del atardecer entra ya por la ventana y se ha creado un efecto de película con esa luz proyectada sobre ese sofá naranja. La verdad que todo está cogiendo cierto misterio.

Sigue bajando su mano, pasa de mis hombros a mi parte de debajo de mi espalda… y su cara pasa a escasos centímetros de la mía. A mi olfato le llegan oleadas de un perfume que de algún modo conozco pero soy incapaz de dar con su nombre.
Su cadera se mueve, siguiendo ese movimiento ondular… Tiene un movimiento magnético. Sin duda hace que yo también me mueva mejor. Estoy realmente cómoda.

Me empieza a mirar a los ojos, y yo me quedo mirándola mientras todo a nuestro alrededor deja de existir… La besaría en este mismo momento, pero la música nos obliga a seguir moviéndonos.
Me vuelve a mirar, se muerde el labio y me dice:

—¿Quieres que nos pongamos con eso?

Por un momento me quedo bloqueada. ¿Con eso? ¿A qué se refiere con eso? Son décimas de segundo lo que tardo en entender que se refiere a las ideas para la despedida de Laura. Por un momento me había olvidado de por qué estoy allí. Tardo unos segundos en tomar asiento en ese sofá naranja que nunca me compraría pero que en esa casa queda increíblemente bien.

—¡Claro, vamos con la despedida! —contesto como si es en lo que estuviera pensando.

—Me dijo Laura —prosigue Sara— que cada una preparásemos una serie de planes para luego poner en común. ¿Te dijo a ti lo mismo?

—Sí, exacto —contesto—. Deja que saque el ordenador y te enseño en lo que había pensado. Por lo que la conozco creo que le encantará cualquier cosilla que hagamos. Ella es así de agradecida. Si quieres empezar a contarme tus ideas primero…

—No, no, tranquila —contesta Sara—. Prefiero escuchar las tuyas primero, que tú la conoces más.

—Bueno —digo con picardía—. No sé si más…


Oh oh… Creo que no debería haber dicho eso. ¿Por qué lo he hecho? ¿Y esas confianzas de repente? Seguro que sabe de sobra que me refiero a aquel viaje que hicieron juntas. Espero no haberla incomodado.


—No sé si más —dice tranquilamente— a lo mejor la conozco de una manera diferente, eso puede ser.

Me guiña un ojo mientras termina su frase. Es una frase llena de complicidad. En un segundo sé que no solo no le había incomodado, sino que parecía haberle gustado. Mantiene en su cara una media sonrisa un tanto infantil como de haber hecho algo mal y aun así alegrarse por ello. Es encantadora.

—¿A qué te refieres con diferente? —le pregunto siguiéndole el juego.

Ahora quien mantiene la media sonrisa y el gesto de complicidad soy yo. Claramente, ella sabe que yo lo sé. Y no siente ningún tipo de vergüenza por ello.
Estoy deseando que se vuelva a acercar a mí… Sentirla a mi lado. Poder tocarla… Bailar…

—¿Seguro que no sabes a qué me refiero? —me contesta con una sonrisa pícara—. ¿Quieres que te lo cuente?

Se acerca a mi deslizándose sobre el sofá. Levanta levemente la mirada posándola en mis ojos. Gira levemente el cuello y se va acercando cada vez más… Pone mi mano en mi muslo, y en el momento que lo hace, voltea el cuello dirigiéndose a mi oído, y susurrándome, me dice:

—Sí que lo sabes mentirosa… —. Sus palabras me provocan un leve gemido.

A la vez que me susurra aprieta su mano en mi muslo. Aquella situación me está poniendo bastante. Quiero lanzarme hacia ella, tocarla, quitarle la camiseta blanca para ver su bonita figura desnuda, arrancarle los shorts y hacer que disfrute… Uffff ¡céntrate!

—Sí, ¡sí que lo sé! —digo como puedo—. Y sabía que tú lo sabias. Laura y yo nos contamos todo. Y supongo que contigo será igual. Por eso ha querido que nos conociéramos.

—Bueno, ¿Me enseñas lo que tienes? —Me dice con voz sexy.

¿Lo que tengo? Ah, joder lo de la despedida. Venga céntrate Marta.

—Sí sí, mira. Había pensado hacer una despedida de varios días, en plan a lo grande. Pillar un apartamento entre todas las amigas, que una la lie y la vaya a buscar al trabajo con la maleta ya hecha. Venir a la playa, hacer varias reservas en sitios clave que por lo que sé, tú estuviste allí viviendo y puedes indicarnos qué sitios son los mejores. Otro día coger un barquito y echar el día con cócteles como el que me has preparado, música, atardecer, fiesta…

Mientras le comento mis planes, ella va acercándose cada vez a mí… Vuelve a posar su mano en mi pierna. Yo estoy deseando que la deslice hacia el interior de mi muslo. Se acerca más y más… Muy despacio… Cada vez que cambia la pantalla del ordenador aprovecha para acercarse unos centímetros… Noto como empieza a presionar muy muy levemente las yemas de sus dedos en mi pierna …Noto su respiración… Al principio relajada… A medida que va presionando mi pierna, su respiración se vuelve, a su vez, levemente agitada…

Bajo la mirada y puedo entrever a través de su camiseta sin sujetador cómo se le van marcando los pezones…

—Los planes que propones me gustan mucho —dice con sensualidad—. Y sí, yo te puedo aconsejar muchos sitios de allí. No creo que haya cambiado mucho de cuando yo estuve—. Mira, un momento…

Se levanta del sofá en busca de su portátil que está apoyado sobre la encimera de la cocina. Su figura es perfecta para mí. Estoy segura de que sabe que la voy siguiendo con la mirada, porque cuando llega a donde está el ordenador, gira el cuello soltándome una mirada acompañada de otra sonrisa de complicidad… Seguidamente percibo mínimamente como se muerde el labio inferior por dentro mientras vuelve a abrir el portátil… Se sienta a mi lado, otra vez, muy cerca.

—Mira, yo había visto… —comenta Sara con el portátil abierto y con una foto suya como fondo de pantalla.

—Wow, ¿esa eres tú? —le pregunto, ya no tenía mucho interés en los planes la verdad.

—Sí —contesta Sara— de hace unos años en la playa.

—¡Qué guapa! ¿Y qué te ha pasado? —le pregunto en plan broma.

—¡Calla! —contesta Sara riéndose.

—Es broma —era hora de hacer algo— te prometo que me pareces una de las chicas más atractivas que he conocido nunca…

Hasta yo misma me sorprendo de ese ataque repentino de sinceridad. Pero estoy tan cómoda con ella que lo único que no me sale es no ser yo misma. Acabo de conocerla. Y sin embargo, siento que nos conocemos de toda la vida. Hay mucha química entre nosotras. Se nota. Y seguro que Laura lo intuye.

—¡Es muy bonito eso que dices! —me dice mientras me coge de la cara y me planta un beso en la boca.

Es todo como muy casual. Como muy de amigas. Como si lo hiciéramos todos los días. Ha sido un beso rápido, mucho más rápido de lo que me hubiera gustado… Quiero más. Hay un pequeño silencio y ya dice Sara:

— ¡Vale! ¡Centrémonos! Te parece si llamo a estos sitios… —y de repente cambió el tono—¿A quién quiero engañar? ¿Puedo serte sincera? No sé si ha sido la margarita, pero siento que hay bastante atracción entre nosotras. Igual no debería haberte dado ese beso, pero sin duda, me encantaría repetirlo porque si no me voy a centrar en toda la tarde.

En ese momento ya estoy demasiado cerca de ella y dejo de escuchar sus palabras. Estoy hipnotizada con su boca, con sus ojos, con su pelo, con su forma de moverse. Acerco mi mano a su mejilla… y me dejo llevar… En un momento mi boca está mucho más cerca de la suya de lo que esperaba. Empezamos a besarnos.

Mi mano pasa de su mejilla a su pelo. Rodeando cada mechón entre mis dedos… La otra mano la coloco sobre su hombro… Bajándole levemente el tirante de la camiseta y dejando entrever parte del pecho… Acaricio su cuello mientras seguimos besándonos. El ritmo lo marca nuestra propia respiración. La respiración de la una potencia a la otra. Y la respiración se va convirtiendo en movimientos.
Ella empieza a besarme el cuello, a pasar su mano por mi espalda… Me empieza a quitar desde abajo la blusa que llevaba y me quedo en sujetador.

Los gemidos van en aumento.

Me empieza a besar el cuello… Es algo que me encanta… Sube hasta mi lóbulo y siento su lengua recorriéndolo… Empiezo a acariciarle las tetas por fuera de la blusa…
Dejo caer su cabeza hacia atrás abriéndome paso a que haga lo que quisiera con sus pechos. Le quito la camiseta blanca que tanto le marcan los pezones. Se las agarro…

Los gemidos son casi jadeos… Acerco mis manos a sus tetas, empiezo a masajearlas en círculos que poco a poco se adentran hacia el interior… notándolas… Acaricio sus pezones mientras ella se va retorciendo a mi lado.

Levanta la cabeza, da un salto y se pone encima de mí. Acerco sus tetas hacia mí, se las agarro y las pego a mi boca. La entreabro, saco levemente mi lengua y empiezo a lamerlas… Poco a poco… Ella empieza a frotarse contra mí… Hmmm ¡cada vez gemíamos más! Me encantan chuparle las tetas. Mientras lo hago, la agarro desde la espalda para poder controlar su movimiento con más fuerza y seguir comiéndoselas.
De repente se para y se retuerce, me dice con la voz entrecortada:

—No quiero correrme aún.

Introduce su mano entre mi espalda y el respaldo del sofá. Me desabrocha el sujetador y me lo quita. Se acerca a mis tetas, y mientras saca su lengua para lamerme uno de mis pezones mientras me mira a los ojos, me dice con un tono muy sensual:

—Quiero que te corras tú…

Me empuja contra el lado del sofá para que me tumbe. Lo hago. Se pone encima de mí y volvemos a besarnos. Noto como ahora ella tiene el control. Me tiene cogida las dos manos por encima de mi cabeza y con su otra mano me masajea el cuello, la mejilla, las tetas… Empieza a bajar.

Introduce su mano en mi pantalón. Tomo aire para facilitarte la entrada, rápidamente se deshace del botón y mete su mano entre la cremallera y mis bragas… Desliza sus dedos hábilmente entre mis labios, y empieza a mover las yemas de sus dedos sobre mi clítoris… Se mueve en círculos, primero pequeños y luego cada vez más grandes, abarcando cada vez más y más. Sube y baja los dedos cada vez más rápido, mientras las dos gemimos.

Entonces para, y empieza a besarme las tetas mientras baja por mi tripa. Antes de soltarme las manos, me las aprieta y las mueve sobre su misma posición remarcando el lugar donde tienen que quedarse. Yo acoto la orden. Sigue bajando, se detiene en mi ombligo y empieza a besarlo, a lamerlo con su lengua. Es una demostración de lo que luego me hará más abajo… Mmmmm gemimos mucho… Sigue bajando, besa mi tripa, mi cadera, y termina por bajarme los pantalones… Abre con sus manos mis muslos, dejándome claras sus intenciones. Me dedica una mirada de placer al verme disfrutar y se agacha directa a meter su lengua entre mis muslos y mis bragas… Estaba bastante mojada…

Me baja las bragas y se coloca entre mis piernas agarrando mis tetas con sus manos. Saca la lengua y sin dejar de mirarme a los ojos empieza a lamerme el clítoris muy muy despacio y con mucho sentimiento. Le encanta ver cómo cada centímetro que recorría con su lengua hacia retorcerme. Empiezo a gemir mucho más…Y eso hace que ella también gimiera… Veo cómo empieza a meter su mano en su short para tocarse mientras me lo come. Me encanta esta escena. Estoy muy cachonda.

Me lo está comiendo como más me gusta. Y verla a ella tocándose mientras me da tanto placer es algo que no puedo controlar por mucho tiempo…

—Ufff Dios, quiero que te corras Marta —me dice entre gemidos.

 

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